Al mediodía ya estábamos de regreso, muy satisfechos, porque realmente valió la pena…

Hubo algo que me quedó grabado: cuando nos reunimos en la cumbre, el Jefe de Tropa, sin duda, como yo, mudo por la esplendidez del paisaje, nos dijo:

“¿Se dan cuanta de esta hermosura y de lo pequeño que somos frente a todo esto? Sin embargo, Dios ha puesto en éste, nuestro cuerpo tan pequeño, una grandeza mucho mayor de la que tenemos ante nuestros ojos”.

Ahora pienso: qué responsabilidad la mía el tomar clara y total conciencia de esto; y recuerdo lo que me dice la Biblia: Dios nos ha hecho a su imagen y semejanza…

Jesús nos asegura que somos hijos de Dios…

San Pablo, que somos verdaderos templos en los que habita el Espíritu Santo…

Realmente es un verdadero pecado el que yo desperdicie estos atributos y descuide mi formación física, moral, espiritual, religiosa…

No cabe duda: el escultismo es un movimiento magnífico, pues tiene en cuenta todas estas realidades.

Por la noche practicamos el juego del grillo: había que desplazarse totalmente a oscuras por entre los árboles del monte para descubrir dónde se encontraba el grillo… Animosos nos lanzamos a la aventura… El juego me costó dos buenos golpes… no se veía nada, todo parecía igual… Desorientado terminé en cualquier parte menos donde estaba el grillo…

¡Cómo sentí la ausencia de la luz!

¡Qué desorientado se va cuando falta la luz!

Recuerdo haber leído unas palabras del cardenal Pironio que me encantaría compartir contigo:

“El mundo camina en tinieblas y espera de nosotros el testimonio, sencillo y cotidiano, de esta luz. Ruedan por fuera los hombres envueltos en la incertidumbre, en la búsqueda, en la soledad… Falta luz.

Falta la luz que es alegría; falta la luz, que es esperanza; falta luz, es es amor…

¿Qué es ser cristiano? ¡Hombre de luz!... irradiar una alegría muy honda, una esperanza inquebrantable, un amor sereno, ardiente, transformador.

Quisiera que aprendiéramos a ser de veras luz.

El mundo afuera va rodando en la tristeza… Señor, que yo le comunique la alegría de un encuentro… El encuentro contigo, Jesús, el hermano y el amigo… El encuentro también con ese otro hermano y amigo que va peregrinando conmigo en la historia…

Ser luz; comunicar y anunciar a los hombres una esperanza firme.

El mundo se envuelve en la tiniebla del desaliento, del cansancio, del pesimismo, de la esperanza.

Vivir en la luz es vivir en el amor. Es San Juan el que nos dice:

Si alguien dice que camina en la luz pero no ama a su hermano, está mintiendo… Porque Dios es luz… No vive en Dios porque no vive en su hermano.

Descubrir a Dios es descubrir que El vive en el hermano… Amar a Dios es servirlo a El, que vive en el hermano. Vivir en la luz es vivir en la comunión fraterna.

Por eso, ser luz en el Señor, es disponernos a abrazar a los hombres sintiéndolos sencillamente nuestros hermanos…”

Cuando la ley scout nos dice: el scout es amigo de todos sin distinción de razas, credo…, lo único que pretende de nosotros es que anunciemos el Evangelio de Jesús con nuestros hechos, que iluminemos a tanta gente, compañeros nuestros, cargados de envidia, rencor, celos… que matan la auténtica hermandad.

Hermano scouter; sé luz que ilumine, para que los demás no se rompan la cabeza como me pasó a mi en el juego del grillo…

Lo que sigue me pasó en otro paraje…

Debíamos ir a buscar agua potable a una distancia de tres kilómetros, más o menos; salimos contentos y haciendo tiempo con paradas y observaciones…

El sol estaba bajo y de regreso nos sorprendieron las primeras sombras.

Comenzamos a apretar el paso, pero no pudimos evitar que la oscuridad ya nos envolviera. Nos encontrábamos en la orilla del monte y no acertábamos con la entrada, pues todo nos parecía igual. Dimos vuelta y más vueltas entrábamos, salíamos llenos de nerviosismo, pero en vano, pues estábamos perdidos en el monte…

De repente vimos un reflejo tenue de luz en el agua, nos acercamos y, sin saberlo, estábamos al lado del campamento… Gritamos de alegría y lo primero que hicimos fue… ¡Prender una luz!

La imagen del hombre que camina en la vida sin la luz de la fe…

 

 

(del libro “Cristo y el Scout” de Carlos Kunitzki, c.m.f.)

 

Tortuga Alegre

 

 

 


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