Con la lección que recibí  de mi mochila y de mi bordón, me ha resultado mucho más fácil contemplar las cosas, escucharlas y sacar de ellas enseñanzas que antes jamás se me habían ocurrido.

Revisaba mi cantimplo9ra echándole agua, cuando, a medida que se llenaba, cantando cada vez más agudo y haciéndose cada vez más pesada, se me cruzaron estas ideas…

En realidad, ¡qué poco vales! Aluminio forrado con tela o arpillera, y… nada más. Pero cómo cambias de valor cuando estás llena de agua fresca y pura en una fatigosa caminata…, y lo lindo es que tú no te jactas de ese valor, no cuentas si te aprecio mucho o poco, siempre das… y das hasta lo último que tienes, hasta tu última gota.

Eres una bella imagen de lo que ha de ser el hombre.

En apariencia no vale mucho: fácilmente se enferma, va envejeciendo, se muere… eso es lo externo del hombre, pero hay algo interno, que no se ve y que le da realmente valor: su condición de criatura e imagen de Dios…

Baden Powell lo ha comprendido maravillosamente y con el escultismo pretende justamente eso: llenar al hombre de valores eternos y, así, nuestro fundador quiere que vivamos el Evangelio a través de la ley scout que trata de hacer crecer al hombre en su realidad: física, moral, sicológica, sobrenatural, etc.

Pero hay una cosa que te enseña esta vieja cantimplora: que ese crecimiento, esas adquisiciones que has hecho no9 te las puedes reservar avaramente para ti, sino que las debes compartir desinteresadamente con todo el que se te presenta, y sin distinción…

Hace poco el papa Juan Pablo II decía: “La difusión del anuncio de salvación es un grave deber, que corresponde a todo el Pueblo de Dios”…

Y el compartir con los demás tu riqueza espiritual es anunciar la salvación, es evangelizar…

En otra parte decía: “Los que han recibido el don de la fe… no pueden desinteresarse de millones de hermanos, a los que todavía no se ha anunciado la Buena Noticia”…

¿Te has fijado cómo el egoísta aísla a las personas?

El que está en un grupo y no hace más que intervenir, programar, pero sólo en vista de su propio provecho o para sobresalir, pronto es detectado y se va prescindiendo de él; produce malestar en los demás y el grupo comienza a sentirse raro…

Es que el hombre ha sido hecho para compartir, por eso nadie es perfecto y todos necesitamos de todos…

Jesús lo dice en su evangelio: “Lo que has recibido gratis, dalo gratis”.

Tu espíritu generoso, tan propio del scout, no ha de esperar que los demás vengan a pedirte; el inquieto adivina las necesidades de los demás y se adelanta a remediarlas. Ese es el verdadero espíritu cristiano; ése es el verdadero espíritu scout.

Jesús dice que su Padre celestial da de como a las aves del cielo y viste a los lirios del campo, o sea, se adelanta; no espera que se estén muriendo de hambre y de sed.

“El scout está dispuesto a servir y ayudar al prójimo en toda circunstancia”…

 

 

 

(del libro “Cristo y el Scout” de Carlos Kunitzki, c.m.f.)

 

Tortuga Alegre

 

 

 


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