El scout se encuentra en las cinco partes del mundo. Apareció por primera vez – según autorizados profesores – en Inglaterra a principios del siglo pasado. Emigró de las nieblas británicas hacia el continente, donde parece haberse desarrollado notablemente.

En ciertos días se esconde entre bosques, llanuras y plantaciones, pero por la noche le atraen generalmente las zonas habitadas, por las cuales parece tener marcada predilección, al al igual que su amigo el movedizo gorrión.

Durante el invierno se cobija voluntariamente bajo las iglesias abandonadas por la golondrina. En verano busca refugio en las alturas: se le ha visto en los campanarios y azoteas tanto como en la cordillera.

El scout se compone de tres partes: cabeza, tórax y extremidades. La cabeza posee ojos polifacéticos y termina en forma de gorro de color variable. El tórax, muy angosto, contiene el corazón, casi siempre en el lugar que corresponde. Cuenta con cuatro extremidades, dos de las cuales usa para caminar. Las otras dos, que rematan en numerosos dedos flexibles y movedizos, parecen dotadas de un tacto muy delicado; pero tienen sorprendente fuerza muscular. Con éstas construye el scout un refugio cuando repentinos ataques de salvajismo lo impelen a abandonar las ciudades, para acampar en los alrededores de un bosque o de un sembrado de papas.

El scout se comunica con sus semejantes de diversas maneras, especialmente por medio de sonidos guturales algo semejantes al lenguaje humano, o también sacudiendo las extremidades superiores en forma significativa.

El scout tiene algo de la picardía del mono, de la agilidad de la gacela, de la astucia del zorro; un poco de la sabiduría de la hormiga, de la resistencia del camello y de la alegría del gorrión… pero al contrario que los gatos, le gusta juguetear en arroyos y playas.

El scout joven es hermoso y jovial: adorna su pequeña cabeza con coquetería y se pavonea haciendo relucir su atavío. Pero el scout adulto ha perdido mucho de este encanto.

El scout emite un sonido: es un grito corto, ronco y salvaje, semejante al de los grandes gatos monteses. Se oye a larga distancia.

La alimentación es muy variada: es un bicho glotón. Toma agua de las vertientes y come maní, papas, huevos, arroz quemado, carne, chocolate, sopas instantáneas, mate, etc. Observadores cuidadosos afirman haber encontrado migas de pan en una especie de bolsillo que tiene al costado.

Las costumbres del scout son correctas. Nunca ha sucedido que los grandes se coman a los chicos en una tribu, como todavía se practica en otras especies similares, por ejemplo entre los hombres.

Cuando un scout se encuentra con otro, se frotan la garra izquierda con energía.

Se conocen pocos detalles concretos sobre la organización de la especie. Pero viendo el prestigio del jefe, aun cuando avanza la edad y la calvicie, y la autoridad que tiene sobre el grupo que lo obedece ciegamente, puede concluirse que el scout practica una especie de culto a los antepasados.

El scout tiene pocos enemigos. Debe contar entre ellos a los elementos celosos, arteros y sombríos, los animales egoístas y los deberes de la escuela.

El scout está bien protegido; se prohíbe cazarlo. Con todo, hay que reconocer numerosos robos de cazadores furtivos, ya que cada año barren con las filas de algunos grupos.

Estas pequeñas pérdidas se compensan con la reacción provocada por el peligro, que afirma los sutiles sentidos de los que quedan.

También la multiplicación de la especie es considerable, lo que permite prever un futuro mejor, ya que es de esta especie que el país espera elegir, un poco más adelante, sus mejores sujetos.

(de L´eclair – Suiza)

Fuente: revista Teru Tero – Nº 5 – año 1 – cuarta época – octubre 1994 

Tortuga Alegre


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