Aceptamos la definición de grupo que da J. Maisonneuve: “Unidad colectiva que encara una obra en común, se expresa por actitudes y comportamientos comunes y tiende hacia un cierto equilibrio, en el que las fuerzas cetrípetas superan a las centrífugas”.

El último párrafo es sugerente porque alude a la cohesión. Un líder deberá respetar o mantener la unidad del grupo a toda costa.

“Padre que sean uno como tú y yo somos uno” (Jn 17,21).

“Cuando un líder siembra la discordia, favorece dentro del grupo divisiones o crea un clima de malestar, promueve las fuerzas centrífugas; el estado deliberativo primero, luego la deserción y el éxodo, cuando no la rebelión.

Se han intentado diversas clasificaciones de los grupos. Charles H. Cooley los clasificó en primarios y secundarios, según la mayor o menor intimidad que entablan sus miembros. Primarios: familia, secta, pelotón, célula, pandilla, etc. Secundarios: partido, batallón o unidad militar, agrupación profesional, pequeña empresa. Más extensos aún: iglesia, FFAA, CGT, empresa multinacional, etc.

Conviene aquí decir algo sobre el número de los miembros de un grupo. En las familias vale el dicho: “Uno, malcrianza; dos, rivalidad; tres, equilibrio y armonía”. Curioso, la tripulación de los viajes espaciales de mayor complejidad y extensión, ha sido tres. Con todo, para empezar una tarea por equipos es preferible contar al menos con cinco personas, siendo el ideal ocho. El número de alumnos de una clase había sido ya limitado por Aristóteles a veinticuatro, lo que permite nuclear a tres grupos de ocho. La vieja sabiduría de los antiguos se confirma con el tiempo.

Y conviene también distinguir entre grupos e instituciones. Aquellos se muestran espontáneos, con una dinámica e inestabilidad similar a los microorganismos.

Las instituciones – como su nombre lo indica -  están erguidas. Poseen una carta que las ha erigido como tales, señalando su objeto, sus objetivos, su organización, los diversos roles de sus miembros, su posibilidad de acceso al liderazgo y las características del desempeño de éste.

Eric Berne sostenía que existe un grupo cuando, en un conjunto social se puede distinguir un límite externo y además un límite interno. El límite externo alude a la “conciencia de nosotros” y se exterioriza a través de la vestimenta, símbolos, escudos, argot, hitos o marcas que se extienden a lo largo de la zona donde el grupo ejerce su soberanía. Quien transite por ella, quien se incorpore será resistido. El límite interno distingue al líder de los simples seguidores.

 

Análisis de la dinámica grupal:

Dentro de los grupos se da un extraño principio llamado sinergia que se expresa así: “la energía grupal es siempre superior a la suma de las energías individuales de los miembros que lo componen”. En un grupo dos más dos es cinco, o tal vez seis. Esto resalta el papel de la cohesión, por algo “grupo” viene del italiano y significa literalmente “nudo”.

Un grupo puede estar en actividad o en proceso. En actividad persigue sus propios objetivos; en proceso, interactúa sobre sí. En nuestro caso saldrá de maniobras primero; analizará el papel que le cupo a cada uno, después. Los procesos pueden ser positivos o negativos, según apunten a la constitución o disolución del grupo.

 

Los procesos de constitución de un grupo:

La formación de un grupo es algo mayor que la simple afiliación o designación de los miembros que lo componen. Los grupos nacen, se desarrollan y mueren, tal como los seres vivos. Y como ellos no llegan nunca a una situación completamente estable, incorporan miembros, expulsan o sugieren la deserción de otros, se expanden, se fragmentan, se fusionan. 

En un comienzo su desarrollo puede parecer de maravillas o tal vez, muy rápido; luego aparecen los problemas. En general se admite que éste presenta fases o etapas comunes a todo tipo de grupo. Pero la evolución de un grupo religioso no tendrá una duración igual a la de un grupo escolar o deportivo, requiere otro tipo de maduración. 

Para B. W. Tuckman y M.A.C. Jensen la secuencia en que se desarrollan los grupos comprende cinco etapas:

Incorporación: En esta fase se incorporan los miembros nuevos, a veces provenientes de otros grupos escolares, familiares, etc. Buscan informarse y comprender cuál ha de ser su comportamiento frente a los otros miembros, los objetivos, las tareas, qué instrumentos se usan, cuáles son las normas y tradiciones, quién manda y qué ambiente reina en él. Es, en general, una etapa de prueba.

¿Quién no recuerda los períodos de reclutamiento o de instrucción, en los que se paga tanto “derecho de piso” y en los que ocurren tantas bajas por desadaptación o extralimitación en el mando?

Confrontación: Aparece a continuación una fase de cuestionamiento del líder o creador del grupo, especialmente en aquellos que son poco estructurados. Surgen críticas a directivas, formación de bandos que opinan diferente o competencia entre los miembros, con su lastre emotivo de envidias, celos y falsas expectativas. La hostilidad se desplaza hacia los demás miembros. Es un momento de tensión y conflicto que pone en peligro la supervivencia misma del grupo. Sus miembros se resisten a la estructura naciente tratando de salvar su individualidad. Se prueba el liderazgo. ¿Quién no recuerda en las películas de guerra, que recién iniciadas éstas sobreviene un enfrentamiento entre el líder y alguno de los miembros del pelotón?

Estructuración: Los miembros del grupo comienzan a aceptarse, se diferencian y aceptan también los roles, surgen las normas y organización de grupos de trabajo, etc. Se consolida la cohesión grupal. A veces esto se logra sometiendo al grupo a trabajos y desafíos especiales o algún torneo interno. Muchos jefes sostienen ingenuamente que, para que el grupo se una, deben ellos mismos hacerse odiar y someten a sus conducidos a duras pruebas y desafíos. No es necesario, nótese de paso que de ese modo tienden a unificar las dos últimas etapas.

Producción: Estructurado el grupo, consciente cada miembro de su rol y de los objetivos por alcanzar, pasa de un estado de proceso a otro de producción. “Leven anclas” es el lema que podría caracterizar a este momento; pero ¿quién podía levantar anclas sin tener un auténtico grupo bajo su mando?

Culminación: En esta etapa la tarea concluye, se alcanzan los objetivos, el grupo se asienta, se preparan los cambios y ajustes. A veces, ante un fracaso, da lugar a un proceso negativo de críticas y reproches. El grupo se rehace y se autorregula.

 

Los procesos de disolución de un grupo:

Cuando un grupo entra en un proceso negativo tiende inexorablemente a su disolución. Si en un equipo de fútbol los jugadores se celan entre sí, compiten por figurar, se critican, etc., nunca llegarán a ser ganadores. La resolución de las ansiedades básicas del grupo, eliminan esta tendencia y permite que afloren la creatividad, el trabajo, la producción, etc. Por eso E Pichón Riviere sostenía que los partidos se ganan antes de jugarlos, en el vestuario, en las concentraciones, en la medida que allí, tras un proceso de sinceramiento, disminuyan las tensiones.

Cuando un grupo entra en proceso de disolución surgen en él estas características:

Atimia: definida como falta de vitalidad, de empuje, para llevar a cabo algún emprendimiento. Es la depresión grupal. Hay equipos que ya están derrotados antes de entrar al campo de juego.

Anomia: desorganización por pérdida de las pautas normativas del grupo. Por ejemplo, no se cumplen los reglamentos y todos lo aceptan como algo normal.

Chivaje: por efecto de este fenómeno una persona determinada canaliza las ansiedades grupales, transformándose en el “chivo emisario”. La fantasía grupal cree que con su desaparición se irán los males del grupo. Este entonces pasa a ser objeto de críticas, burlas y, en algunos casos, agresiones. Si el grupo es de gente adulta o de edad, y, si el recién llegado es joven, podrá encarnar ese papel. En otros grupos lo encarnan el más viejo o el herido, quienes ya no pueden seguir el ritmo de los demás, etc.

(I)             PIL o Proceso Interno de Liderazgo: es un conflicto entre líderes. Se da en algunas situaciones conocidas como: “Motín a bordo” o “Movida de piso”.

(II)                PMaI o Proceso Mayor Interno: conflicto entre un líder y un miembro del grupo. Si lo inicia éste es por acceder al poder, puede llegar a poner en peligro la cohesión grupal. En las instituciones el acceso al poder está regulado por el llamado a elecciones, entonces vemos la sarta de acusaciones que una nueva lista lanza contra las autoridades en ejercicio.

(III)         PMI o Proceso Menor Interno: situación conflictiva entre dos miembros del grupo. Si ocurre bajo un área determinada de liderazgo, decide el líder. Si cada uno de los contendientes pertenece a distinta área de influencia puede complicar sus relaciones y terminar en una disputa en el área de liderazgo. Es importante que líder y sublíder mantengan una estrecha comunicación y aclaren de antemano y entre sí, cómo manejarán los casos problemas.

(IV)            PmaE o Proceso Mayor Externo: resulta de un ataque externo a la zona de liderazgo. Se intenta de este modo desarticularlo. El asesinato de un líder político o religioso es un ejemplo conocido y desgraciadamente reiterado. “Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño” (Zac. 13,7)

(V)            PME o Proceso Menor Externo: resulta de un ataque externo a la zona de los simples miembros con el objeto de lograr una delación, un soborno, una traición, una deserción o simplemente el apoyo necesario para ingresar al grupo por “recomendación”.

El líder efectivo dota al grupo de objetivos para actuar. Motiva permanentemente a sus miembros (contra la atimia). Establece claras reglas de juego (contra la anomia).

Promueve la justicia y un estado de moral institucional que favorece la comunicación y tratamiento adulto de los problemas (contra el chivaje). Pero fundamentalmente actúa con comprensión, firmeza, razonabilidad y afecto para hacer convivir, sobrevivir y vivir – crecer – al grupo.

 

 

 

Tortuga Alegre

 


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